7 de mayo de 2013

Los días malos serán los mejores


Me gusta mirar las fotos de los blogs de maternidad que sigo. Algunas de ellas consiguen hacerme sentir realmente bien, me ayudan a reafirmarme en lo excitante y maravilloso que es ser madre. Porque lo es.

Hay días como hoy que parecen insuperables, días en los que parece que no cabe ni una gotita más de alegría ni de bienestar en este cuerpecillo de mamá orgullosa de su chiquitito gracioso y saltarín. Un baño para dos en la piscina bajo el sol caliente de primavera, paseos llenos de descubrimientos, risas absurdas sin control sobre el edredón arrugado, besos espontáneos en la mejilla, abrazos que no son sólo a-brazos porque usa todo su cuerpo -brazos, piernas, pies, cabeza- para rodearme...

Pero luego hay otro días.

Días malos. No días "no tan buenos". Días malos. En los que la cabezonería o los llantos por cualquier cosa me hacen querer llorar a mi por cualquier cosa también. O incluso abandonar, dar media vuelta y de camino hacia la puerta de casa decir, sólo lo suficientemente alto para quien ande por ahí lo oiga ,"que lo haga otro. Yo me voy". Anoche conversaba con mi prima por whatsapp y en un momento dado le confesé que todas esas madres que, aparentemente, son súper felices y están permanentemente de buen humor y lo llevan todo genial me hacen sentir fatal porque si realmente se sienten así, una de dos: o tal vez yo no sirva para ser tan buena madre :( o ellas no son humanas :) Y de verdad creo que todos, madres y padres, intentamos disfrutar al máximo del hecho de serlo, estoy segura. Sin embargo, hay días simplemente malos.

Pero cuando tengo uno de estos días, en que echo de menos mi vida de la universidad, hablar con una amiga sin mirar el reloj, dibujar hasta la madrugada o dormir bajo las estrellas, peinarme y poder verme medio guapa (y limpia!) en el espejo a diario, leer un buen libro en un par de días en vez de en ocho meses o tener un rato sólo para no hacer nada, entonces me imagino a mí misma dentro de unos cuantos años, cuando mi hijo tenga su propia familia, su trabajo, su vida, y yo sea sólo 'momentos' en su día a día; o en su semana. Me veo anciana, paseando a solas por una playa, mientras el bebé de alguien pasa a mi lado tras una pelota, sucio de arena, con el pelo más claro por el sol del verano, balbuceando alegre y excitado. Entonces, se que añoraré estos días en que Teo era pequeño. Y que desearé poder dar cualquier cosa a cambio de volver atrás, aquí y ahora, incluso al día más duro de todos.

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4 comentarios:

  1. gracias por lo que hayas escrito carol!!!! muak kirsten

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    1. Nada me puede alegrar más que ver que dejáis comentarios a lo que escribo. Saber que estáis ahí y, en este caso, que todas estamos en el mismo equipo :) un beso Kirsten

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