24 de mayo de 2013

Dejarse ayudar



Una mujer a la que quiero con todo mi corazón, ha estado pasando no muy buenos momentos últimamente.
A veces no encuentras la manera correcta de ayudar a alguien, incluso cuando ese alguien tiene un lugar especial en tu vida. Otra gran mujer, una muy sabia, me dijo una vez que "no se puede ayudar a quién no se quiere dejar ayudar". Es cierto, tristemente lo he podido comprobar en ocasiones. Sin embargo, hay que estar muy atentos porque, a priori, puede parecer que no se quiere dejar ayudar, cuando el problema real es que no sabe cómo dejarse ayudar porque nadie nunca lo ha hecho antes y no tiene práctica.

Esta mujercita de la que hablo es además madre. Cuando es una mamá la que necesita que le echen un cable, en realidad son dos cables los que se requieren. Nuestros hijos dependen de nosotras casi al 100%. Parece que casi no podemos permitirnos coger una gripe de esas que te dejan en cama dos o tres días,  porque todo se desmorona; o que no hay hueco todos los días para comer o ducharte; o que tener nuestra ropa limpia sin manchas de potaje o papilla pueda parecer un lujo inalcanzable. Incluso parece que, cuando de verdad lo que queremos es estar felices y riendo y disfrutando de nuestra condición de madres, hay días que no logramos levantar la vista de nuestro pesar, producido por cansancio, desaciertos en la pareja o por una noche sin dormir. Pero sí es posible, todo es posible, si nos dejamos ayudar. Lo se por mi propia experiencia. Y es que se trata de tomar conciencia de que no estamos solas en esto, nunca. Hay otras madres, amigas, tías, primas, incluso vecinos que están más que dispuestos a tendernos una mano. Sólo hay que cogerla.




Recientemente he sabido que este artículo sobre la madre que ninguno conocemos que escribí hace meses ha sido el más votado por los lectores. Me siento muy, muy orgullosa. Pero no por ser la autora sino porque lo que cuento, tan importante para tantas mujeres, haya tenido tan buena acogida. Este es el párrafo final:

Para mi, ser mamá significa haber tenido la fortuna de conocer al amor de mi vida. Es un amor distinto del de pareja, aunque comparto mi día, mi armario y mi corazón con un hombre asombroso y nuestras aventuras puede que sean dignas de novela (como todas las buenas historias de amor), el amor compartido con mi hijo es el amor puro, sin condiciones, siempre con ilusión, sin esperar nada a cambio de todo. Pero como en todos los grandes amores de la historia, para llegar a disfrutar plenamente de él hay que pasar algunas tormentas, y encontrar la armonía no siempre puede ser tan fácil como habías imaginado. Por eso, aunque normalmente en estos posts os hablo de algunos de los trucos que he ido descubriendo para lucir chic a pesar de la falta de sueño y del agotamiento que supone ser mamá, me parece igual o más importante hablar de lo que casi nadie cuenta. Estar bien por dentro, sentir mente y corazón tranquilos, es lo primero de la lista. Sin ello no sólo nunca luciremos bien por fuera, sino que ni siquiera seremos capaces de cuidar bien de nuestro bebé ni de nosotras mismas. Pedir ayuda no es de débiles sino de valientes, a veces nos olvidamos de que es así, porque querer salir de un lugar desde el que no puedes ver con claridad y decirlo en voz alta, admitir que a pesar de estar locamente enamorada de tu bebé necesitas algo de tiempo para tus cosas y para sentirte mujer además de madre, desear dar un paseo de la mano de tu pareja a solas, necesitar charlar con una amiga de vez en cuando y no esconder ninguna de estas cosas, no es ser enclenque. Es ser auténtica. Y no hay nada más chic que eso.

Gracias por leerlo y por apoyar a tantas mujeres, madres que no sabían lo que les venía, que luchan a diario por ser las más risueñas, divertidas y amorosas, por ser el mejor ejemplo y por educar y enseñar a ser buenas personas a sus hijos, que un día serán nuestros jefes, nos atenderán en las tiendas, conducirán los autobuses en los que nos trasladamos, nos ayudarán a cruzar la calle y curarán nuestras enfermedades. Gracias por proteger lo más preciado que tenemos en este mundo: nuestros niños; la continuidad.



(Fotos: Via Black and White Fashion/ Tumbler/  Modern Hepburn/ No source)

4 comentarios:

  1. Pues sí, a veces pedir ayuda parece "tan complicado" como pedir perdón o reconocer que te has equivocado.

    Sergi

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    1. Si, llevas razón, aprender a pedir perdón da para un post bieeen largo.

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  2. Solo puedo decir y muy alto GRACIAS

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