Al mudarnos, vinimos a parar-
como enseñé ayer- a un lugar maravilloso y a una casa
con vistas igual de extraordinarias. En
el último post que escribí para Magacín, contaba acerca de lo importante que se ha vuelto para mi, con los años, vivir con poco. Esto incluye vivir también "en poco". Una de las cosas que más me apetecían de este traslado, era volver a residir en un apartamento pequeño. Creo de verdad que si habitas en el espacio justo y necesario, sin habitaciones de más ni recovecos que acaban llenos de trastos, la vida es mucho más sencilla y tienes más tiempo para disfrutar. Es bien sencillo: cuanto más pequeño, menos cosas caben, menos gastas; menos tardas en limpiar y ordenar, más rato tienes para disfrutar de lo que sí te gusta hacer.
Esta casa consta de un salón con cocina integrada, una habitación, una despensa, un baño y una terraza. Ya está. Y es una casa muy cómoda, todas las estancias son amplias y luminosas, la bañera es de hidromasaje, un gran armario empotrado, las vistas son el cielo y el mar... Una delicia que no llega a 60 m2. Con esto quiero decir que por ser pequeño, un espacio no tiene porqué ser incómodo si tenemos la oportunidad de aprovecharlo bien con detalles que pueden hacer el día a día mucho más agradable.
Dormimos los tres en la misma habitación. La cuna de Teo queda junto a nuestra cama, aunque hay holgura para moverla más lejos incluso para poner un separación de algún tipo si quisiéramos, como un biombo o no se qué podría ser. A veces fantaseamos con la idea de vivir aquí, de que ésta fuera nuestra casa por largo tiempo y, aunque estamos felices con el espacio con el que contamos, Teo se hace mayor y dentro de nada debería tener su propia camita (si es que no debería estar durmiendo ya en una. Creo que nos está pasando como con la minicuna, que lo sacamos de ella cuando un buen día nos dimos cuenta de que tocaba cabeza y pies con el perímetro!).
Podríamos ganarle unos metros a la terraza en favor de tener dos habitaciones y seguiríamos teniendo un buen espacio al aire libre aún. Y sin duda, la mejor opción para ubicar a Teo sería ésta:
¿La cama en el hueco del armario empotrado? ¡Creo que ésta es la mejor idea que he visto en años! Podríamos dejar sólo la mitad del gran armario- pues tampoco nos hace falta más- y con la otra mitad hacer esto. Una cama alta es el sueño de cualquier niño, es como dormir en un fuerte o algo así. Yo siempre soñé con una. Y
ésta que tiene una casita debajo (¡¡¡¡!!!!), escondite privado y propio, es ya la
re-pa-no-cha! Francamente, si mi cuarto hubiera sido así: 1. Hubiera querido a mis padres mucho, mucho más todavía y 2. No me hubiera ido de casa hasta los 35. (Aún me quedarían dos años de disfrute -y a ellos de aguantarme, pobres-. Yiii!)
Aunque la de arriba es mi preferida, estas otras dos opciones como zona de juegos o para literas, también pintan genial.
Me encanta el concepto. No se ni cuándo ni dónde, pero Teo va a acabar en una cama así. Y si no le gusta, ya la usaré yo.