La semana pasada compartí un fragmento del documental Killing Us Softly sobre la utilización de la mujer en la publicidad. En ese post, di mi opinión personal sobre cómo nosotras somos nuestras primeras enemigas y cómo contribuímos a que la industria en general, empezando por nuestros propios trabajos hasta llegar al mundo de la publicidad, nos deshumanice y seamos más objetos que mujeres, negándonos la posibilidad de estar "a la altura".
Este fin de semana, mi madre me prestó un libro muy antiguo, es de mi abuela en realidad. Se llama Beauty Book, Tu Belleza (según traducción), de Anita Colby. Anita fue una actriz de los años 40 que llegó a Hollywood tras haber conseguido ser, durante los años 30, la modelo mejor pagada hasta el momento llegando a ser conocida como "The Face", El Rostro. Tras unas cuantas películas, David O. Selznick, el famoso productor de Rebecca y Lo que el viento se llevó, la contrató como Feminine Director de sus estudios, algo así como la profesora de atractivo de las actrices que contrataba Selznick. Trabajó con grandísimas estrellas y convirtió en iconos a muchas otras, enseñándoles cuáles eran los peinados, maquillajes y gestos que más les favorecían, modales, cómo educar su voz, ocultar sus defectos o parecer más altas, con el objetivo de parecer, sólo parecer, perfectas sin serlo.
El libro es fascinante y revelador. Pero lo que ha captado mi atención por encima de todo es un trozo de papel estrecho a modo de marcalibros que viene suelto entre las páginas, con una foto de Anita y un texto que cita lo siguiente:
"No hay en el mundo mujer fea, ni muchacha vulgar. Lo que sí hay son muchas mujeres que no se han encontrado a sí mismas, y muchachas que no se han revelado, que no han tenido arranque ni orientación suficientes para crearse su propia belleza y descubrir los encantos que toda mujer posee. Todas vosotras podéis ser, a vuestro modo, encantadoras y más deliciosamente bonitas, con una belleza especial y propia: con la vuestra, y yo os aseguro que encontraréis el medio de conseguirlo.
Desde luego, uno de los fundamentos esenciales de la belleza no puede obtenerse por arte. Me refiero al sosiego interno, a la paz consigo misma. Nada hay más importante. La satisfacción es el mejor cosmético para la mujer (…).
Anita Colby."
Bueno, parece que Jean Kilbourne sí llevaba razón al afirmar que las cosas no han mejorado nada en los últimos 30 años. Es aún peor: no lo han hecho en 60.
Este libro se editó en Nueva York en 1952.
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