Hoy estoy dando un taller de "Juguetes de cartón" en la guardería a la que va Teo desde hace dos meses. Un par de horas enseñando a padres y niños a construir algunos muy divertidos (y baratos!). La idea es hacer magia de lo que normalmente acaba en la basura, como cajas de zapatos o de quesitos, y que nuestros hijos- y también nosotros los padres- seamos conscientes de que no hace falta comprar para pasarlo bien, además de estimular la creatividad. Los que me conocen, saben que soy muy pro de todo lo natural, de trabajar con las manos, de vivir y ser feliz con poco y de usar mucho la imaginación. En nuestra rutina, Teo y yo andamos "crafteando" a cada momento, aunque pocas veces lo publico aquí. Me animo más en Instagram (1, 2 y 3 por ejemplo). Espero sacar hoy algunas fotos, y revelar qué tal se nos dio la magia dentro de unos días.
Con la excusa del taller, quisiera aprovechar para escribir sobre algo muy importante para mi que me apetece compartir desde hace tiempo.
Me parece que nunca he contado nada en el blog acerca de las pedagogías que me interesan y que llevo poniendo en práctica con Teo desde que era un bebé. Ni cuando yo misma era niña, ni de adolescente, ni en la universidad, estuve de acuerdo ni cómoda con la manera de enseñar. Personalmente, y como tantos otros padres y no-padres, creo que el sistema educativo aquí en España- y en muchísimos otros países- es erróneo. Ese empeño en querer moldear a los niños por igual, con la misma forma de actuar así como de entender, y castigarlos si se salen de la norma, es algo que no alcanzo a comprender. Cada persona es distinta a otra, y siempre será así. No todos tenemos las mismas habilidades, ni virtudes ni objetivos. Diferentes caracteres, personalidades, dones... Me parece demencial pretender encasillarnos a todos por igual y, horror de los horrores, desde niños.
Estando en total desacuerdo con todo ello, profundizando en el aprendizaje de otros métodos, haber leído inspiradores libros cuyos autores supieron escaparse de esa forma cuadriculada que nos imponen y, sobre todo, dirigirme hacia el camino que mi instinto me indicaba tan a gritos, ha dado como resultado un día a día en el que me siento cómoda criando a mi hijo, con la conciencia tranquila. Educar a Teo así me resulta fascinante, por lo que nunca me canso ni me aburro de prepararle el terreno para que pueda evolucionar a su ritmo. Eso se traduce en avances a pasos agigantados.
Las pedagogías que sigo en su educación son tres:
1. Mi instinto
2. Sistema Waldorf
3. Pedagogía Montessori
De las dos últimas, escojo y combino lo que encaja mejor con la primera. Así de sencillo.
El sistema Waldorf surgió en los años veinte del siglo pasado. Desde los inicios y hasta hoy, en las escuelas los niños reciben una formación tan innovadora y evolucionada que la UNESCO la apoya y promueve destacando la educación que en el niño logra sin descuidar los aspectos relacionados con su salud física y emocional. Se trata de criar niños felices y relajados, con derecho a equivocarse, que preguntan y orientan la clase en función de sus intereses. Los deberes que llevan a casa son personalizados, siempre según sus capacidades.
La pedagogía Montessori se basa en la observación. María Montessori pasó la mayor parte de su vida observando cómo aprenden los niños y llegó a la conclusión de que la educación no es algo que sea tarea del profesor, sino que es un proceso natural que se desarrolla espontáneamente en el ser humano. No se adquiere escuchando, sino a través de experiencias en las que el niño interactúa con su entorno. La tarea del profesor no es la de enseñar, sino preparar ese entorno para que el niño pueda desarrollar al máximo su potencial.
Observando a Teo, descubrí desde temprano que era un niño curioso, hábil y tenaz. Así que trato de acompañarlo en su aprendizaje diario poniendo a su disposición con rapidez lo que él demanda aprender. Algunos pocos ejemplos:
. Con un año recién cumplido comía con su cubierto él solo. Fue él quien lo pidió. Ahora ya sabe cortar con cuchillo y tenedor, y usar la cuchara sin que se derrame.
. Con año y medio servía agua en el vaso. Puse a su disposición y a su alcance una jarra pequeña (adecuada al tamaño de su mano) que pudiera manejar y aprendió en cuestión de minutos.
. Le gusta pintar y dedica largo tiempo a sus "dibujos". Durante la preparación de la mudanza, decoró minuciosamente cada caja que embalamos.
. Recuerda sin margen de error dónde ha puesto cada cosa que ha estado usando con anterioridad.
. Lava los platos, barre y quita el polvo.
. Aprende bailes y posiciones de las manos al ritmo de la música desde antes del año.
. Entiende y distingue dos idiomas, usando mayoría de palabras de uno de ellos para dirigirse a su padre y del otro para dirigirse a mi.
. Ayuda a cocinar desde que se descubrió mañoso.
. Aprendió a cortar con tijeras al año y medio.
Si he comprendido algo en este tiempo como madre es que los niños son esponjas y absorben una cantidad de información por minuto que nosotros los adultos no podemos calcular. Respetando por encima de todo su ritmo y convirtiendo toda enseñanza en un juego, es un privilegio acompañarlo en el proceso.
Comparto algunas fotos del método (Montessori) con el que Teo aprendió a cortar con tijeras en cuestión de minutos.
En una tira de papel, se trazan líneas paralelas. Si el papel es grueso, ayudará, pues al cogerlo por un extremo una vez se disponga a cortar, no se doblará, se mantendrá recto.
Como ya tiene experiencia, para las fotos que tomamos exclusivamente para este post, Teo fabricó sus propias tiras...
... y no tiras.
Hay que mostrarles cómo se cogen las tijeras, pacientemente y siempre muy atentos. A continuación, cortar con ellos, ambas manos (suya y nuestra) en las tijeras, a lo largo de las líneas. Eso es todo. Lo natural es que por su propio pie quiera repetir y corte línea tras línea. Si no es así, animarlo (sin atosigar) es buena opción. Les gusta superarse.
Sobra decir que para esta actividad, hay que estar permanentemente con ellos, siempre y cuando tengan las tijeras en su poder o cerca. A ser posible, que éstas sean de punta redonda.
Hasta mañana!
(Foto del título aquí)
q post más tierno!
ResponderEliminarcreo q lo estás haciendo muy bien, tanto el sistema waldorf como el montessori son muy buenos, aunq no son perfectos. Así q si vas combinando cosillas de uno y otro junto a tu propia experiencia y al conocimiento de tu propio hijo, pues mejor! ^^
Muchas gracias, tú crees que lo hago bien? Estoy de acuerdo contigo, no son perfectos, porque nada lo es. El sistema perfecto es que le funciona a nuestro hijo y a nosotros los padres, no? Dejándolos sentirse libres, aprendiendo, descubriendo y sin sufrimiento ninguno. La infancia es lo más valioso de este mundo. Que dure.
EliminarUn beso!
Me parece estupendo.
ResponderEliminarYo estoy aprendiendo todavía cuales son las aguas que nos llevarán a ayudar a crecer a nuestra peque.
Por ahora han desembocado en una guarde de 2000m cuadrados con granja y huerto donde no hay fichas, ni agenda que vaya y venga... ;)
Sus experiencias, bilingües, empieZan en septiembre... Después con coles, etc, ya veremos... cada cosa a su tiempo...
Suerte!
Suena como una guarde súper. Como tú dices, ya se verá, es que ellos nos indican por dónde ir mejor. Me parece que permaneciendo atentos y escuchando sus necesidades, nos equivocaremos pero puede que un poquito menos.
EliminarSuerte a ti tb!! Y un beso :)