El otro día vi una escena en la calle que me hizo pensar en la cantidad de cosas estúpidas que hacemos las mujeres. Un chico de unos 35 años se encuentra con su chica donde habían quedado y él, sin pensárselo, antes de decirle hola, la rodea con sus brazos a la altura de la cadera y la levanta dándole una vuelta en el aire para terminar dándole un beso mientras la baja al suelo. ¿Sabéis que dijo ella? "Ay, quita, cuidado, que se me sube el vestido".
¿De verdad las mujeres hacemos estas cosas? Y, ¿seremos las mismas que desconfiábamos que pudieran existir hombres románticos y espontáneos? Porque si es así, ¿qué nos pasará? Honestamente, ver a aquel chico demostrando su alegría y amor por su chica tan naturalmente, me sacó una sonrisa y me derritió un poquito el corazón (es que siempre he disfrutado de las demostraciones de amor públicas en plena calle; me encantan!). Oírla a ella decir esas sandeces, me hizo fruncir el ceño. Fue como despertar de un sueño agradable porque te han tirado un vaso de agua fría a la cara.
Y me puse a pensar, y recordé que no es raro oír a mujeres diciéndoles a sus parejas cuando las besan en público un "estáte quieto, mi amor, luego, luego, que estamos con gente" o al entrar en casa que él la reciba con un beso apasionado y ella le conteste "¿te acordaste de comprar el vino para la cena de mañana?" sin hacer caso de la demostración de afecto (esto lo presencié en una ocasión).
. No ser nosotras mismas cuando conocemos a un hombre que nos gusta (sobre todo cuando somos jovencitas. Luego, afortunadamente, la cosa mejora porque ganamos en seguridad).
. Decirles que nos gusta algo como, por ejemplo, escalar o tirarnos en puenting o comer guindillas, sólo porque a ellos les gusta.
. No ser claras desde el primer momento con algo que sabemos que va a ser un problema a la larga, porque no queremos iniciar una discusión o por miedo a que piense que somos "malas".
. No tomar decisiones importantes sobre nuestra propia vida y tras unos años, culparlos a ellos por algo que fue decisión nuestra.
. Cargarnos con responsabilidades que nadie nos ha pedido.
. Querer vernos siempre casi perfectas bajo nuestro rango de perfección, lo que incluye que el flequillo esté justo un centímetro por encima de las cejas y ni un milímetro más, o que las mangas tengan la altura justa para que tapen lo que no nos gusta de nuestros brazos pero que enseñe lo que sí (y más detalles de locos).
. No anteponer alguna vez nuestras necesidades a las suyas. No nos van a querer menos por eso, supongo.
Y muchas más.
Afortunadamente, estas estupideces la mayoría las hacemos sobre todo antes de cumplir los treinta. Una vez apagadas las velas del 3 y el 0, empezamos un proceso de cambio y aceptación de nosotras mismas que nos ayuda a llevar una vida muuucho más fácil y a hacernos la pregunta de: ¿pero por qué he sido tan tonta?
Los hombres también harán tonterías, seguro, y se analizarán a sí mismos llegando a conclusiones parecidas, porque somos de dos planetas lejanos que hace que nuestros cerebros tengan diferentes denominaciones de origen pero, en cuanto a los corazones, todos vienen del mismo huerto y laten por lo mismo: por amar y ser amado.
¿Os reconocéis en algo de esta lista? ¿Qué tonterías creéis que hacéis y que no deberíais? Mi lista incluye exigirme demasiado (en todo), intentar que las personas que quiero estén felices y descansadas a costa de que yo esté exhausta, no reconocer la capacidad para ser bella de cualquier mujer en mí misma y que me sea mucho más fácil expresar lo que siento y cómo soy escribiendo que hablando.
Supongo que entre otras diez o quince estupideces más.
Foto via Cécile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario