29 de agosto de 2012

¿Qué te convierte en madre o padre?


Hace unos días leí en una revista femenina la recomendación y crítica que hacían acerca del nuevo libro de Lisa See, Sueños de felicidad. También venía acompañada de una brevísima entrevista con la autora y una de sus reflexiones me hizo pensar. 

La novela está protagonizada por Joy (el título original es Dreams of Joy) de diecinueve años quien huye al Shanghái de 1957 cuando descubre que su padre biológico es chino. A pesar del tremendo enfado de su hija Joy con ella y su tía May (protagonistas de la anterior novela de See, Dos chicas de Shanghái) Pearl no duda en ir en su busca. Lisa See confiesa que 'quería explorar la profundidad del amor de madre' y escribir sobre las mejores madres, pues mucho se ha escrito ya sobre las malas.

Unas líneas más abajo reflexionaba así: ¿Qué te convierte en madre o padre? ¿Es quien te concibe o quien está a tu lado? Esto no me dejó indiferente. Cierto, ¿quién de verdad es padre y madre? La respuesta debería ser fácil si pensamos en todos los padres adoptivos que aman a sus hijos muchas veces por encima de los que fueron los biológicos. Ellos se convirtieron en padres al tiempo que los biológicos dejaron de serlo. Si esto último es posible. Me cuesta creer que una mujer pueda volver a ser la misma tras ser madre, incluso aunque dé en adopción a su bebé y no vuelva a verlo más. E imagino que en los hombres, aunque no del mismo teniendo en cuenta el factor físico, también se establecerá un antes y un después. El nacimiento de estos pequeños nos cambia por completo, te expone a la luz, te muestra cómo eres en realidad, sale tu verdadero yo, ese que estaba bajo tu piel que se formó durante toda tu infancia y adolescencia y que, ya adulto, habías dejado atrás en parte. Vuelve a aparecer, aunque afortunadamente somos lo suficiente maduros como para acotarlo, pero os aseguro que vuelven todas esas pequeñas cosas que aprendimos en nuestras casas y de nuestros padres respecto a la crianza, la educación y al proceso de hacerse mayor. Para mi, convertirme en madre ha sido un proceso que podría compararlo con quitarme la ropa poco a poco en medio de una multitud, en el cruce entre dos calles abarrotadas de transeúntes que casi ni se percatan de mi presencia y coches avanzando todo lo rápido que el atasco les permite, hasta quedarme desnuda frente a un escaparate en el que, según me acerco, veo por fin mi propio reflejo. Por primera vez en mi vida, con total claridad.

Estar al lado de nuestros hijos es uno de los trabajos más duros que existen al tiempo que el mayor de los lujos. No se me ocurre mejor lugar donde estar que junto a mi pequeño hombrecito, mejilla con mejilla, tan suave, respirando su olor particular, fragancia única mezcla del sudor infantil que supone vivir en un constante descubrimiento, de pureza y de sueños intactos de colores pastel que se extienden ante sus brillantes ojos verdes.


¿Qué os parece la reflexión de Lisa See? ¿Es madre y padre quien concibe sólo por el mero hecho de concebir, o quien se ocupa de criar a un bebé todos los días, sacando adelante a la increíble personita que pronto llegará a ser? No sólo las buenas madres y los buenos padres, también pueden serlo una madre adoptiva, un tío o una abuela querida o un amigo de los padres... A mi me parece que mamá y/o papá son quienes están, no quienes sólo conciben. ¿Y a vosotras/os?

P. D: Lisa See me parece una escritora formidable, delicada, inteligente y sensible. Su famoso best-seller El abanico de Seda es un libro que recomendaría a cualquier mujer. Y a cualquier hombre.


Foto del título en mi Pinterest, y la de abajo en mi Instagram (mi usuario es @carolrial. Si lo se, súper original.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...