20 de agosto de 2013

Las prendas fetiches (y raídas) que nos resistimos a dejar ir


Estaba pensando en las bolsas de tela. Qué gran invento, de bolso, para comprar fruta, no hay nada más versátil. Ahora las podemos encontrar en todas partes, con prints y colores de todos los tipos, ilustradas, estampadas, sencillas, barrocas... Siempre me gustaron. Mi favorita curiosamente, entre todas las que he tenido, fue una que mi madre me regaló hace años con un dibujo impreso del pueblo en el que vivo ahora desde hace cinco meses. La usé tanto que terminó por descoserse, agujerearse y deshilacharse por cada costura. Es curioso como, cuando le cogemos cariño a algo en concreto, no vemos sus defectos (agujeros y descosidos en este caso), aunque los demás nos repitan sin cesar que debemos dejar de usarlo inmediatamente. 

¿No os ha pasado nunca? Seguro que sí. Este fin de semana, la encantadora madre de un buen amigo me relató sus días de amor por un camisón fresquito que tuvo. Le parecía la mejor prenda y lo usaba a la menor ocasión mientras estaba en casa. Se encontraba cómoda con él y no pasaba calor. Con el tiempo, se fue envejeciendo y desgastando y, aunque le regalaban camisones nuevos, ella no los estrenaba, seguía lavando y cuidando cuanto podía su prenda fetiche. Un día, desapareció, como suele pasar con estas cosas si no vives sola. Aparece tu madre un día por casa, y te lo tira (en la mayoría de los casos). A veces es tu hija, o tu marido (las menos), o una muy buena amiga que no soporta ya decirte que te deshagas de eso de una vez por todas. 


Así, sin pensarlo mucho, me vienen a la cabeza esa bolsa de tela de la que hablaba al principio; unos vaqueros Lee que me puse hasta que tuvieron tantas aberturas como los jeans más macarras del armario de Kurt Cobain; una especie de americana gris de la que mi hermano siempre me decía que parecía de vagabundo (en serio); y unas bailarinas de estilo deportivo bastante curiosas a las que yo llamaba "los zapatitos verdes" que acabé tirando -con algo de ceremonia y todo- en una papelera en Roma, completamente empapados tras cuatro días de lluvias torrenciales, y varios años de paseos urbanos y fiestas nocturnas. 

En este momento, creo que me aferro a unas sandalias de Zara que Juan me regaló mientras estaba embarazada. No se si por cuando llegaron, por lo cómodas que son o por lo bonitas y sencillas, me resisto a pensar que ya les queda poco, poco. Por si acaso, me las pongo cada día ;-)



¿A qué prendas os habéis aferrado absurdamente o con toda la razón? Me encantaría oír vuestras historias románticas.


(Calcetines de Ornè de Feuilles. Bolsas de tela via Etsy, aquí: 1 y 2.)


6 comentarios:

  1. el sr torres amaba una camiseta con pinguinos q ya estaba transparente pero se negaba a deshacerse de ella.

    la escaneamos y la clonamos! (y sigue guardando en una cajita la original XD)

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    1. No me extraña que se aferrase, es que no hay nada como esa transparencia natural en una camiseta. Al decirme sobre los pingüinos del señor Torres, me has recordado una de cuatro pares de piernas en bermudas que tengo yo de la misma época, seguro, que la de él; y sí, me la sigo poniendo. Me encanta vuestro método del escaneo!! jajaja! Me lo tomo prestado. Buena idea para un negocio, por cierto.

      Mil besos!

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  2. Yo sigo guardando las toallas de la playa/piscina de cuando era pequeña ¡¡¡y ahora las usa Peque!!!

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    1. Oooh, mi madre me trajo la mía a casa hace unos días para que la use el peque también, jajajaja!! Es de Goofy, Mickey y no se quién más en tonos tostados. ¿Y la tuya?

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  3. oioioioi aquí otra diógenes! lo mio roza lo patológico porque no soy capaz de tirar nada por mi misma, siempre ha sido mi madre la de tirar a escondidas porque sino no habría cedido jajaja y ahora me pasa con la ropa de mi pequeño! guardo todo lo que ha usado desde que nació, hasta bodys corroídos jajaja es que me da tanta pena! recuerdo los momentos en los que la llevó puesta y no puedo no puedo jajaja ponemos un grupo de terapia o escaneamos como hizo el señor de Remorada jajaja un abrazo

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    1. jajaja! Yo si tiro, tengo la mano muyyyy suelta. En mi caso es al revés, mi madre no tira nada y soy yo la que le intento tirar a ella, pero no se deja!! Pero el diógenes sale en algún momento, si no mira cómo me aferraba a mis zapatitos verdes, era ridículo, de verdad, jaja.

      El método del señor Torres me parece espectacular! Y lo de guardar la ropa de bebé, cómo te entiendo!! Pero mira, te digo algo: cuando me quedé embarazada, mimadreguardatodo me vino con una maleta llena de ropa de bebé de mi hermano y mía, imagínate, todo el perfecto estado y muchas cosas hechas por mi abuela. Teo llevó un montón de esa nuestra ropa y no puedo describir con palabras lo que eso significó para mi. Aún lleva cosas, hoy unos pantalones cortos vaqueros verdes súper setenteros de mi hermano, que adoro!!

      Ves? Hay veces que el diógenes sí merece la pena ^-^

      Besos!

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